Entrevista
a Rodolfo Lobo Molas
Por Pablo Félix Jiménez. 03/06/2022
Aprovechamos, la próxima
presentación del Breve diccionario catamarcano,
para conversar con Rodolfo Lobo Molas.
Piloto comercial de avión, locutor, periodista; Autor
catamarqueño de poesía, cuento breve, micro ficción,
y diccionario. Un indagador del ADN de nuestra lengua regional
de Catamarca.
¿Nos puedes dar un anticipo?
“Hola, gracias por esta
oportunidad. El diccionario es, yo diría que es un poco, la
culminación de un gran sueño que yo he tenido dentro de la
escritura. Con el tiempo me fui adentrando con estas cosas que tienen
que ver con nuestra idiosincrasia, con nuestra cultura, con nuestra
forma de hablar, y bueno; y lo que por ahí dije en una parte, lo que
fue en un comienzo una cuestión de entretenimiento terminó siendo
algo de pulido y cuidado.
¿Cómo se trabaja con las palabras de un
diccionario?
Yo había empezado a juntar
palabras, allá por la década del 90, para un programa de radio que
tenía, que hablaba precisamente de la identidad de Catamarca. Se
llamaba Imaymananchis que en quechua significa nuestras cosas. Y
bueno, fui incorporando palabras, desde, sobre todo de los idiomas
nativos, como una manera también de promoverlas y difundirlas.
Tomando directamente las traducciones de autores conocidos como
Carlos Villa Fuerte o Lafone Quevedo, y un día me di
con que tenía toda esa cantidad de palabras, que además muchas de
ellas formaban parte de un primer libro que se llamó Catamarca,
ensueño y leyenda, como un glosario al final y lo fui armando lo
fui armando lo fui armando hasta que un día decidí que se
transforme en un libro. Había pensado en muchos nombres, creo que el
primero fue vocabulario catamarqueño, después, bueno, y así fui
cambiando hasta que finalmente quedó con este nombre de: Breve
diccionario catamarcano.
¿De dónde viene catamarcano?
Vos sabés que catamarcano
es una palabra que le encontré a Lafone Quevedo precisamente
allá por la década del 90. Y me gustó; él le llamaba así en
muchas partes, si no me equivoco fue en el libro Londres y
Catamarca, creo. Y la empece a usar, mientras estaba en los medios
de comunicación, la empece a usar en las publicaciones, y de pronto
me dí cuenta que muchísima gente la está usando también, y dije
bueno, que importante es el rescate de ese gentilicio, que se
mantenga en el tiempo y se difunda. Porque los gentilicios no tienen
una regla de formación, cada pueblo tiene unos gentilicios que
asimismo se otorgan. Lo que pasa es que yo te hago una confesión, yo
quería un poco ser la sorpresa con el nombre, pero hasta que pude
publicar el diccionario, medio Catamarca usaba catamarcano.
¿Tienes alguna anécdota para contar?
Por ahí Conversaba con
gente que tenía un lenguaje muy particular. Me acuerdo, una vez
estaba en Ancasti y había ido a ayudar a un muchacho que había
tenido un problema con su vehículo, fuimos a parar a la casa de unas
gentes muy nativas del lugar, digo muy nativa, porque a veces somos
nativos medio extranjerizados, pero en este caso la gente era muy
catamarqueña o muy catamarcano. Y el hombre contando, que el león
como le dicen en las sierras al puma, le había comido unos terneros,
y me dice -Si, eso fue allá, ya los tenía a los animalitos cerca
del pégo- Del pégo, bueno, y yo le pregunto, porque si no me
iba a quedar con la duda, siempre a todas las personas que les
escuchaba decirlo ¿Qué es el pégo?-El pégo, ahí donde se
pegan los dos caminos- Entonces le llamaban el pégo a una
bifurcación del camino a una encrucijada… Y así, cientos de
palabras… Fueron apareciendo y me siguen apareciendo todavía, y
que formarán parte de una nueva edición dentro de un tiempo…
¿Cuándo
supo que el diccionario
estaba terminado?
Yo
tuve que parar, porque yo no terminaba de hacer, de hacer, y
un día la Licenciada Rosa María
Calás
de Clark
[Autora de Historia
de las letras de Catamarca]
era miembro de la academia
de letras, yo fui y le consulté, teníamos todos la gente de la SADE
[Sociedad
Argentina De Escritores]
amistad, y me dice -Mire Rodolfo, pare, corte, y publique. Y después
haga otra edición agregando las palabras nuevas, porque si espera
terminar de juntar
vocablos no lo va a hacer nunca porque esto es interminable- Y dicho
y hecho, entre la primera edición y la segunda que llevó dos meses,
porque se agotó rápidamente la primera, agregué 2 o 3 palabras. Si
esperaba un poco más hubieran sido 5 o 6. Ahora
a un año ya llevo 100 palabras nuevas.
Hablando de raíces y legado, las escuelas tienen
que haber influenciado.
Yo estudié en el
seminario… En realidad le decíamos el seminario porque allí era
el edificio, era un instituto privado perteneciente a la curia. Un
bachillerato humanista que ya no existe. Y bueno, yo estudié allí.
Y allí nos enseñaban
latín y griego. Teníamos 5 idiomas que eran inglés, francés,
latín, griego, y castellano. A mí me gustaron siempre los idiomas.
Y traté de aprenderlos, yo recuerdo que balbuceaba algo de latín,
con los sacerdotes del seminario, hoy no me acuerdo… Y traté de
aprender varios idiomas, por supuesto idiomas europeos, aprendí
italiano, aprendí francés, siempre fui reacio al inglés y ahora me
arrepiento. Con esa base me fui construyendo mi propio lenguaje.
¿La familia también le ha influenciado?
Mi mamá era maestra, le
gustaba la literatura. Mucho la poesía, y yo creo que fue la que me
encausó, sin imponerme nada, directamente leía, me compartía las
cosas, y yo me fui apasionando y en la medida que me apasionaba,
ella era la que me nutría de más cosas.
Lo que pasa, es que papá también era un hombre que leía
muchísimo, pero a él le gustaba la historia, que también me
encanta.
¿Qué es lo más gratificante de su profesión?
Las primeras publicaciones.
Como ha sido inolvidable tanto en planeador como en avión el primer
vuelo… Me acuerdo tan clarito que en el primer vuelo solo en
planeador, yo tenía 15 años, y bueno, estaba arriba y miraba que
en el asiento del instructor no había nadie y estaba sola mi alma…