No fue fácil...
Me encontraba como a menudo en un bar entre amigos. Charlando acerca de los titulares de los diarios y revistas, surgió un debate que daba vueltas alrededor de los jóvenes que quieren tener hijos. Así discurrió la charla y de esta surgió una anécdota, la de un matrimonio amigo “Horacio y Verónica” como los llamaremos en estas líneas. Nos relataron:
- Todos conocen a nuestro hijo Gustavo, dice Horacio.
- Sí, contestamos al unísono, pues sabemos que se trata de un joven de 15 años, el de 15 años le digo.
- Exacto, pueden creer que los padres de Verónica y los míos se pelean por tenerlo cerca y, cuando era más chico, ni te cuento.
- Y Gustavito adora a sus abuelos, acota Verónica.
- También con los regalos que le hacen, se ríe Horacio, ayer sin ir más lejos, le regalaron un celular más moderno que este, subrayó mientras nos muestra su modesto aparato.
Todos se ríen y tras una pausa Horacio prosigue.
- Cuando Verónica quedo embarazada tenía 19 años y yo 20, parecía que el mundo se nos venía encima, nos despellejaron vivos, que esto, que aquello, que son unos irresponsables, realmente no sé como sobrevivimos, a la tormenta. Han pasado ya muchos años y ahí tienen, los abuelos como si nada, tienen amnesia, ni que lo hubiesen parido ellos a Gustavito. Caramba, son como la gata flora.
- ¿Qué harían en la misma situación?, Pregunta uno.
- Nada, que sé yo, ayudarles desde el comienzo, cero reproche, los alentaría, como nos alientan nuestros padres ahora, pero desde el vamos, dice Verónica.
- Por supuesto que no fue fácil, pero, no nos arrepentimos, damos la vida por nuestro Gustavo, sentenció con orgullo Horacio.
Así termino su anécdota y brindamos a su salud...
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