¡Sigue siempre adelante!
Mi, primo, hermano, Walter estaba rezagado. Yo tenía unos diez y mi amigo más de veinticinco años.
Trabajaba, y en muchas oportunidades en su tiempo libre íbamos a jugar. Siempre caminando por veredas al mismo lugar. Una casona que luego se convertiría en una sala clandestina de juegos electrónicos, por así decirlo, porque a veces se prohibió que funcionarán para menores. Pero entonces había juegos eléctricos, estos no habían despertado la alarma general, pues no tenían la virtualización que tienen ahora los electrónicos o cibernéticos...
Dije que Walter estaba rezagado. Sospecho que sus años le permitían perder y los míos solo me concentraban en ganar.
Recuerdo que con el control en mano dirigía un auto color rojo ocaso y él un azul eléctrico. Como un rayo se desplazan ambos autos, rememoro, por las distintas encrucijadas que presentaba aquel sinuoso, escarpado, y declinado por parte camino envolvente. Las chispas de los electrodos sobre las delgas Infinitamente pares surgían a capricho como de las otras finitamente dispuestas en cada rotor de los frenéticos motores.
Todavía rueda en mi mente, el ruido, los gestos, las risas y, el regreso a casa bebiendo cada uno gaseosa de unas pequeñas botellas verdes que aminoran el calor de los valles catamarqueños.
Ahora que te fuiste, rememoró tu gesto, hasta que pase, este diminuto y bello brillar en esta vida.
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1 comentario:
Q.E.P.D.
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