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lunes, 25 de mayo de 2009

Derecho a la vida

Decidir quien vive y quien muere es una situación muy cómoda para el que vive, todo ser gestado tiene derecho a expresarse, sin importar los argumentos esgrimidos en contra, pues por fortuna existe un argumento primero:

Mientras hay vida hay esperanza.

Cuando en algunos lugares se mata a un delincuente, luego de un juicio, debemos sentir pena nosotros mismos por formar parte de una sociedad que no ha logrado que esa persona pueda reintegrarse, lograr que esa persona pueda sentirse útil como ser humano que es. Con los más aberrantes defectos, con los más enfermizos de los rencores, un ser defectuoso, es cierto, pero también es cierto que hay amor de sobra en el hombre para limar esas asperezas, no devolviendo ojo por ojo, en cambio, tratando una y otra vez de salvar una vida que tiene que ser sagrada, como aquella que el criminal ha cercenado, como la vida del anciano, la vida del minusválido, la vida de un loco y la vida de los desposeídos, que como nosotros aun cuando estamos sanos, cuerdos, anhelamos una vida mejor, sabiéndonos limitados, incompletos, perfectibles y sedientos de amor.

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