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sábado, 25 de julio de 2020

Nacimos viejos, Pablo Félix Jiménez, 2019

Nacimos viejos.

© Pablo Félix Jiménez 2019

Nacimos viejos
Nacimos viejos.
¿Será por eso,
qué nos sentimos niños?

Como un río.
De vida, sin cauce.
Entre las quebradas del destino.

Nacimos viejos.
Jóvenes fuimos,
Como niños asombrados.

Ante las aves.
Ante las plantas.
Ante las aguas plateadas que pasan.

Ante tu prójimo.
Ante tu amor.
Ante tus hijos que también pasan.

¿Qué es el presente?
Dile alborada.
Di a toda vida esperada.

¿Qué es el pasado?
Dile terruño.
Di a todo lo aún añorado.

Y a los sueños dile.
Si en un peñón te paras.
Con el corazón acompasado.

Qué nacimos viejos.
Al soñar con alas.
Sin norte, sin tiempo.

Que nacimos viejos.
Y al nacer de nuevo.
Seremos al fin niños,

Ante Dios,
quizás…
Mañana…


Foto de Ave Calvar Martinez en Pexels

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viernes, 17 de julio de 2020

Los padres frente a las nuevas tecnologías

A veces los padres y maestros se hacen la pregunta, se llenan de cavilaciones, alrededor de las nuevas tecnologías, que si son buenas, que si podrán enseñarlas cuando cambian tan rápido y que parece que llegan a desconocer, que podemos hacer, etc...
Me parece que la Máquina No Debe Detenerse. 
La vida es un continuo rescate del hombre en su ocaso por las nuevas generaciones que tendrán también el mismo dilema. No hay vuelta atrás por la sencilla razón de que la naturaleza es un continuo avance hacia el duro perfeccionamiento. Cada pequeño paso hacia adelante deja rezagados, junto a la nostalgia, de lo conocido, el nido de dónde salimos a volar. 
La muerte es un horizonte. Una cota. Insoslayable, de no ser por el recurso de la procreación, que nos sobrevive, todo se detendría.
Entonces la tarea es contra reloj, es preparar a las nuevas generaciones para endulzar ese primer vuelo hacia ese pequeña porción de cielo temporal que monopolizaran para dar ese otro paso en los recursos que crearán para asegurar la sobrevivencia de la incontable comunidad humana del mañana. 
Recordad que en la tecnología hay una especie de máscara, tras ella encontrarás las mismas leyes de Pitágoras y tantas otras de la remota antigüedad. Por tanto, no es tanto lo que desconocemos, solo un ápice, como ese horizonte hacia otra vida.

miércoles, 1 de julio de 2020

Desvelo, Pablo Félix Jiménez

Desvelo 

© Pablo Félix Jiménez 2018.

Quedó sola la luna, 
Redonda, brillante, sobre un cielo incierto.
Luna errante, 
preñada de vida, taciturna…

Quedó sola la luna, 
redonda brillante sobre una nube gris.
Luna errante, 
preñada de ilusiones, esperas…

Luna te acompaño, 
será posible que nadie se percatara, 
nadie levantó la vista, el sol se ha marchado, 
y yo de pie al horizonte te sigo adormilado.

Quedó sola la luna, 
redonda la veo sobre un cielo negro.
Luna errante, 
qué pena te inquieta, obnubila…

Quedó sola la luna, 
redonda de gravedad sideral.
Luna errante, 
qué silencio y frío te condena…

Luna quiero acompañarte, 
será posible que nadie se percatara, 
nadie levantó la vista, nadie fue a tu encuentro, 
y yo de pie al horizonte te acompaño adormilado.

Luna sola, me detienes.
Luna redonda, me conmueves.
Luna que lloras, me enloqueces.
Luna sola, te llevas todos mis desvelos.

Luna quiero acompañarte, 
será posible que el sol se marchara, 
nadie escuchó tu silencio, nadie te estrechó, 
y yo de pie al horizonte te acompaño adormilado.

Nota: del ebook Porque soñamos.



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Pálidas lunas, Pablo Félix Jiménez

Pálidas lunas.

© Pablo Félix Jiménez 2019.

La luna pálida ilumina al patio.
Una mesa familiar alberga tesoros.
Un zorro espino entre la maleza, 
mira hacia el patio plateado.

Un mantel bordado a medio camino, 
Un cesto con pasas de uvas, brillan ennegrecidas,
un ovillo de lana blanca se enreda, 
y una cartuchera ha quedado vacía.

La casa está sola, nadie duerme. 
Cada cosa quedó detenida. 
La luna pálida ilumina al patio, 
el zorro espino se va a las sombras.

Una puerta se abre y se cierra, 
el viento entra y sale a capricho. 
Nadie ha regresado a la casa.
Nadie ha sobrevivido... 

A la alargada mano...
Del tiempo…

Foto de Kaique Rocha en Pexels


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Ausencia, Pablo Félix Jiménez

Ausencia.

© Pablo Félix Jiménez 2019

Y no volverás como antaño. No habrá aniversarios, ni bodas, ni acontecimiento alguno, ni uno solo. 
Silencios que se cuelan, sigilosos, entre el que hacer diario.

Y no volverás como siempre. No habrá esa alegría de vernos cara a cara, ni un encuentro, ni un abrazo, ni una sorpresa. Solo el silencio, de aguas estancadas, después de la tormenta.

Ausencia, esa palabra vacía y llena, que da hambre y sed. Y, sin embargo, categórica, te mata. Ante ella he bajado los brazos, a veces rendido, sin fe.

Y no volverás como antaño. ¡No! Sólo vendrá una, dos, más veces, ese vacío que se abre paso.
Ausencia, esa palabra vacía, porque aunque quiero, no volverás algún día...


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